Desde el momento en que nos levantamos de la cama hasta que caemos en los brazos de Morfeo, las personas literalmente son consumidas por el mundo que les rodea. La realidad se convierte en tirana del tiempo y de la paz interior del ser humano. Nada tiene que ver el mundo interno de cada persona con los pensamientos y emociones que surgen de las evaluaciones de la realidad externa, por lo cual es muy importante que no olvidemos valorarlo y que nos concentremos en la meditación para evitar que se atrofie y acabar sufriendo por ello.
La meditación equivale a ir más allá de la esencia de cada uno de nosotros. No es fácil, pero para lograrlo debemos insistir, incluso cuando creemos que meditar no es una práctica hecha para nosotros. Si tenemos dificultades con la meditación, podemos comenzar concentrándonos con todas nuestras fuerzas en la imagen de algo o alguien que nos importe, y luego sentirnos profundamente presentes y conectados. Después de todo, meditar es igual que ir al gimnasio para fortalecer los músculos: hace falta práctica, persistencia y dedicación.
La meditación, el yoga o cualquier ejercicio espiritual pueden convertirse en un viaje dichoso hacia nuestra alma. La meditación también es una herramienta increíblemente poderosa para enfocarse en el cuidado personal.
Es muy importante restablecer el equilibrio poniéndonos en el centro de nuestra atención y cuidados. Esto es lo que deberían hacer sobre todo quienes sienten que solo son apreciados en la medida que pueden hacer algo por los demás.
De nada sirve fijarse en aspectos propios o ajenos que no se pueden cambiar (y que tampoco se debería), como el propio cuerpo, es decir, es inútil que nos obsesionemos con el peso adoptando hábitos nocivos. En cambio, es mejor honrar nuestro cuerpo teniendo hábitos saludables y cuidándolo para poder vivir una vida mejor.