Amazon.com se inauguró en julio de 1995. Hacía poco tiempo que Jeff Bezos había renunciado al cargo de vicepresidente de un fondo de inversiones en Nueva York y a una carrera profesional prometedora para dirigirse al oeste con su esposa y comenzar un negocio en internet.
Los libros se adaptaban bien a las ventas digitales porque no son artículos pesados para enviar ni voluminosos, y todos tienen más o menos el mismo tamaño. Una librería online puede ofrecer una selección completa e ilimitada para sus clientes y, además, es posible analizar el comportamiento de los consumidores y crear experiencias personalizadas para cada usuario gracias a la tecnología.
El primer centro de clasificación de Amazon (y lugar en el que la empresa nació) se encontraba en Seattle y era un espacio de treinta y cinco metros cuadrados con tres pequeñas habitaciones y escritorios hechos con puertas viejas.
De inmediato Jeff Bezos dejó en claro a sus empleados cuál era su objetivo: todo debía ser perfecto. Adoptar sus estándares significaba trabajar 60 horas a la semana y hacer todo lo posible para satisfacer a los clientes, los cuales seguían aumentando. Se dio cuenta de que estaba creciendo algo muy especial y decidió mudarse a otro edificio en donde hubiera más espacio.
En los primeros años, Jeff Bezos estuvo presente en cada decisión para asegurarse personalmente de que se aplicaban sus principios: pasión por el cliente, innovación, frugalidad, responsabilidad individual, voluntad de actuar y estándares altos.
A finales de los noventa, Amazon ya tenía más de quinientos empleados. Para mantener los estándares de calidad elevados, todos debían tener como prioridad la misión de la empresa: pasión por el cliente y generar valor a largo plazo.